El pasado 27 de junio tuvo lugar en Lima el Foro Económico Invertir en el Perú, que promueven los diarios El País, de España, y La República, del Perú, en el que participarán autoridades peruanas y ejecutivos de empresas peruanas y españolas del más alto nivel. A través de conferencias y reflexiones varios expertos analizarán las oportunidades de negocio en el Perú, un ejercicio prometedor en el marco de una crisis internacional que afecta a varias regiones, entre ellas Europa, y que tiene en nuestra región y específicamente al Perú como referente de lecciones aprendidas y desafíos por acometer.
Esta cita es la consecuencia de una reunión similar llevada a cabo en Madrid en enero del año 2012, cuando por igual iniciativa de La República y El País se realizó un encuentro que puso atención en la inversión y desarrollo en el Perú como foco de inversión para las empresas globales. En esa oportunidad participaron autoridades y referentes de la economía de España y Perú, además de empresarios e inversores españoles y extranjeros. En la cita de Madrid tuvo una destacada participación el Presidente de la República y hará lo propio hoy en Lima al igual que varios miembros del gabinete.
El nivel de las relaciones económicas entre los dos países hace que el objetivo de este encuentro no sea la apertura comercial. Esta se ha producido hace varios años y ha seguido una línea ascendente. Lo que hoy motiva una reflexión son las características de un segundo desembarco comercial ibérico en menos de 15 años, en el marco de una crisis con la que España y Europa batallan desde el año 2008. Hace poco los gremios empresariales españoles informaban que más de 500 empresas de ese país exploran las oportunidades que ofrece el mercado peruano para el desarrollo de nuevos proyectos en diferentes sectores, entre los que destacan la generación de energía, construcción, agroindustria, pesca, fabricación de maquinaria, servicios, formación, entre otros.
Un valor añadido de este flujo inversor se localiza en la oferta tecnológica que lo acompaña, crucial para elevar la competitividad de la economía peruana, uno de los desafíos que se encuentran en el primera línea de una agenda para hacer sostenible nuestro actual auge económico.
Esta cooperación bilateral pública y privada es sustantiva actualmente. El pasado mes, durante la visita del Presidente del Consejo de Ministros a Madrid, se abordó precisamente una eventual alianza estratégica entre los dos países para el desarrollo industrial en el Perú, la inversión de empresas de tecnología española en especial en los campos de la metal mecánica, medicina y energía renovable. El jefe de la PCM expuso en esa ocasión un plan de 13,500 millones de dólares para inversiones en proyectos de innovación, ciencia y tecnología y educación y la puesta en marcha de la iniciativa peruano-española de movilidad de talentos para la transferencia del conocimiento y el desarrollo acordado el pasado 26 de abril.
Las condiciones del Perú como economía receptora de capitales puede cambiar tomando en consideración los valores macro de nuestro desempeño. El potencial de inversión del Perú para los próximos tres años es de US$ 50 mil millones, con énfasis en las áreas señaladas. Ello implica un proceso de relacionamiento de las inversiones, no para impedir la concreción de alguna, sino para priorizar aquellas que contengan agregados que incentiven un modelo que ha logrado reducir más 30 puntos de pobreza en democracia e iniciado la distribución del crecimiento.
Esta cita es la consecuencia de una reunión similar llevada a cabo en Madrid en enero del año 2012, cuando por igual iniciativa de La República y El País se realizó un encuentro que puso atención en la inversión y desarrollo en el Perú como foco de inversión para las empresas globales. En esa oportunidad participaron autoridades y referentes de la economía de España y Perú, además de empresarios e inversores españoles y extranjeros. En la cita de Madrid tuvo una destacada participación el Presidente de la República y hará lo propio hoy en Lima al igual que varios miembros del gabinete.
El nivel de las relaciones económicas entre los dos países hace que el objetivo de este encuentro no sea la apertura comercial. Esta se ha producido hace varios años y ha seguido una línea ascendente. Lo que hoy motiva una reflexión son las características de un segundo desembarco comercial ibérico en menos de 15 años, en el marco de una crisis con la que España y Europa batallan desde el año 2008. Hace poco los gremios empresariales españoles informaban que más de 500 empresas de ese país exploran las oportunidades que ofrece el mercado peruano para el desarrollo de nuevos proyectos en diferentes sectores, entre los que destacan la generación de energía, construcción, agroindustria, pesca, fabricación de maquinaria, servicios, formación, entre otros.
Un valor añadido de este flujo inversor se localiza en la oferta tecnológica que lo acompaña, crucial para elevar la competitividad de la economía peruana, uno de los desafíos que se encuentran en el primera línea de una agenda para hacer sostenible nuestro actual auge económico.
Esta cooperación bilateral pública y privada es sustantiva actualmente. El pasado mes, durante la visita del Presidente del Consejo de Ministros a Madrid, se abordó precisamente una eventual alianza estratégica entre los dos países para el desarrollo industrial en el Perú, la inversión de empresas de tecnología española en especial en los campos de la metal mecánica, medicina y energía renovable. El jefe de la PCM expuso en esa ocasión un plan de 13,500 millones de dólares para inversiones en proyectos de innovación, ciencia y tecnología y educación y la puesta en marcha de la iniciativa peruano-española de movilidad de talentos para la transferencia del conocimiento y el desarrollo acordado el pasado 26 de abril.
Las condiciones del Perú como economía receptora de capitales puede cambiar tomando en consideración los valores macro de nuestro desempeño. El potencial de inversión del Perú para los próximos tres años es de US$ 50 mil millones, con énfasis en las áreas señaladas. Ello implica un proceso de relacionamiento de las inversiones, no para impedir la concreción de alguna, sino para priorizar aquellas que contengan agregados que incentiven un modelo que ha logrado reducir más 30 puntos de pobreza en democracia e iniciado la distribución del crecimiento.







